lunes, 22 de abril de 2013
BAT FOR LASHES - THE HAUNTED MAN 2012
BAT FOR LASHES - THE HAUNTED MAN 2012
Lilies
All Your Gold
Horses Of The Sun
Oh Yeah
Laura
Winter Fields
The Haunted Man
Marilyn
A Wall
Rest Your Head
Deep Sea Diver
Lanzamiento: 16 octubre 2012
Hay portadas de discos que son un anuncio a página completa de lo que te vas a encontrar cuando haces inmersión en el contenido del mismo. “The Haunted Man” de Bat for Lashes será uno de los ejemplos más meridianamente claros del 2012. Natasha Khan ha dejado atrás aquella marcianada (a lo Björk) de imagen para el Two Suns (2009), donde se conviertía en un trasunto de Jesucristo que sujetaba en una mano la tierra y en la otra la luna, sobre un fondo desértico con el Joshua Tree. Horripilante es poco. Parece ser que la gira de aquel disco, y su éxito, con sus consiguientes excesos, engulleron a Natasha hasta que un día su cerebro hizo implosión y pensó en abandonar la música por hastío. Se recluyó en sí misma, en su pequeño apartamento en Brighton, quiso volver a su antiguo trabajo como maestra infantil, también pretendió un voluntariado en un hospital, hizo jardinería, se reformuló entera. Y el resultado, una vez espantados los fantasmas y tras año y medio de gestación, es este “The Haunted Man” que quizás no contiene la fascinante imaginería mitológico-alucinógena de “Two Suns” pero suena más crudo. Y sincero.
Ahí entra la portada como elemento simbólico. En ella aparece Natasha sujetando un hombre en plan estola, ambos desnudos, en una recreación de una imagen previa de Ryan McGinley. Sin manierismos, pero impactante, con la artista sin maquillaje y (según ella) hasta las piernas sin depilar. En plan anuncio de Dove, sin photoshop y a (casi) pecho descubierto. La transformación ya se aprecia en la impresionante Lilies con la que empieza el álbum. Donde en “Two Suns” te atrapaba la ampulosidad inicial de Glass con sus mil torres de cristal y cien ciudades de esmeralda, ahora Khan se muestra más vulnerable y menos alegórica, para dejar pasar la luz en una composición más intimista. Lilies es una combinación precisa de un sintetizador pesado como base y arreglos de cuerda angelicales que finaliza con un sorprendente grito de plenitud: “Thank God I’m Alive!”. A esta altura, en algo menos de cinco minutos, ya hemos visto que esta Natasha Khan es otra Natasha Khan.
Musicalmente, la diferencia es también reseñable. La experimentación, el gusto por los arreglos electrónicos y estructuras abstractas sigue ahí (en el proceso ha contado con la ayuda de Beck), aunque ya no toque ella todos los instrumentos como en su debut (Fur and Gold, 2007). Para esta ocasión aplica un giro de tuerca electrónico y ha estado asistida por dos colaboradores cinco estrellas, Rob Ellis (en nómina de PJ Harvey) y Adrian Utley de Portishead. Pero la metamorfosis es más significativa en el uso que hace Khan de su arma de seducción, su voz. La despoja de abalorios efectistas y la presenta con mucho acierto prístina, en todo su esplendor.
Hay guiños a su yo anterior (el más evidente es ‘Horses of the Sun’, el eslabón perdido con ‘Two Suns’) y algún pasaje algo intrascendente (‘A wall’), pero contiene un hilo conductor sobre las relaciones entre mujeres y hombres que funciona de forma muy coherente. Del vacío tras el tormento (‘All Your gold’, el segundo single), a los recuerdos que pesan y no se van (‘The Haunted Man’, compleja pieza en tres tiempos con coro masculino) pasando por la esperanza fantasmagorica en ‘Oh Yeah’ (la más portisheadiana, por cierto). Todo muy empapado por la literatura romanticista y la naturaleza, véase ‘Winter Fields’.
Tres son los momentos de especial inspiración. La única vez que la artista anglo-pakistaní se salta el guión sonoro es el primer single, ‘Laura’, que ejerce como puente casi en mitad del álbum. Khan lleva la producción al mismo esqueleto (algo parecido a su anterior “Moon and Moon”), con una intensa partitura de piano como único actor secundario para una película donde más que nunca manda su voz, a su manera como la PJ Harvey del “White Chalk”. La letra, escrita a cuatro manos con Justin Parker (el autor del ‘Video Games’ de Lana del Rey), habla de esa chica cuyo “nombre está tatuado en la piel de cada chico”. También destaca ‘Marylin’, sostenida enteramente por una miríada de sintetizadores y coros distorsionados, y especialmente la última composición, ‘Deep Sea Diver’. Seis minutos y veinte segundos en los que Natasha se canta a sí misma. Empezando casi a capella, “esta vez no tengo miedo, porque mi corazón está en su sitio“, y siguiendo de nuevo con un piano y un sintetizador minimalista mientras desvela metáforas redentoras: “Eres un buzo en el profundo mar, pero la marea está sin duda a tu favor…”.
Aquello de la madurez en una artista es un cliché de la prensa musical desde tiempos remotos, pero en este caso permitánmelo porque es la pura verdad. Natasha Khan, con 32 años, deja atrás sus idas de olla, sus looks imposibles, la exitosa fórmula del Two Suns e impone su voz distintiva y un gusto musical complejo pero que logra encajar a perfección. Está lista para pelear con Fiona Apple por el trono femenino de 2012 (y los años venideros). Y, permítanmelo de nuevo, yo me alineo en su bando…
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