FRIDA KAHLO fue una destacada pintora mexicana de la primera mitad del siglo XX. Su carisma y su arte, hicieron de ella una figura iconográfica mundial.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, nació en Coyoacán, México, el 6 de julio de 1907. Hija de Guillermo Kahlo y Matilde Calderón, desde muy pequeña la vida de Frida estuvo ligada a la enfermedad y el dolor. En 1913, contrajo poliomielitis, dejándole secuelas de por vida, como su pierna derecha mucho más delgada que la izquierda.
En 1922 ingresó a la “Escuela Nacional Preparatoria” de México D.F. donde habría de conocer a su futuro marido, el muralista Diego Rivera, que por aquel entonces estaba pintando un mural en el auditorio del colegio. A los 18 años de edad, sufrió un terrible accidente de tranvía que le obligaría a padecer una larga convalecencia e interminables tratamientos médicos y operaciones. Durante esa época comenzó a pintar y realizó su primer autorretrato en 1926.
Frida logró recuperar su movilidad, y en 1929 se casó con Diego Rivera, un matrimonio coloreado por el clima de efervescencia de la época. Entrelazado por el arte, el amor, la política, el odio, los engaños, y hasta un divorcio que duró un año. Rivera comenzó a ser solicitado como muralista en Nueva York, y así fue que durante varios años pasaron gran parte de su vida en esa ciudad, relacionándose con los principales artistas, políticos y empresarios de la época.
En 1938 el poeta surrealista André Bretón, fascinado por la obra de Frida, dijo que su arte estaba inspirado en un surrealismo espontáneo, y la invitó a exponer en Nueva York y París, tiempo más tarde, Frida renegaría del surrealismo, considerando que sus cuadros eran fieles reflejos de su propia realidad. “Henry Ford Hospital”, “Frida y el aborto”, “Autorretrato con monos” o “Las dos Fridas”, son algunas de sus obras más impactantes, donde se vislumbra una compleja visión de la realidad, propias de una mente tan brillante como contradictoria, y hasta a veces incomprensible. Además, Frida ha sabido reflejar la estética propia de su país, dando vida en sus cuadros, como pocos artistas, al más puro espíritu mexicano en su esencia.
Frida tuvo que enfrentarse durante toda su vida a las secuelas de su accidente juvenil y las más de treinta operaciones a las que tuvo que someterse. En 1953, durante una exposición de su obra a la que tenía prohibido asistir por prescripción médica, Frida irrumpió en ambulancia y se hizo presente postrada en su cama de hospital, generando la admiración del público y la prensa, a quienes no dejaba de sorprender y descolocar constantemente, ya sea por su arte o por sus acciones. Aquel día, Frida se mostró de buen humor, se animó a hacer bromas sobre sí misma, y no se privó de festejar, bebiendo y cantando durante horas. Sin embargo, la gran artista no pudo recuperarse de su enfermedad, y ese mismo año le fue amputada su pierna, hecho que la arrastró a una gran depresión.
El 13 de julio 1954, Frida Kahlo murió en su Coyoacán natal, sus restos fueron velados en el “Palacio de Bellas Artes” de México, y sus cenizas aún se conservan en su afamada “Casa Azul”.
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